3/9/11

Carta a mi ginecólogo


Querido doc,

Hoy recibí un email suyo felicitándome por la web y el trabajo de amar.
Y esas palabras, que pocas veces se leen, llegan de usted. Después de 14 años de la primer visita a su consulta.

Y me emociono pensando. Y agradeciendo mi suerte y esa cadena de personas que me llevó a usted.
Recuerdo poco sobre la construcción de mi vagina.
Pero tengo gabrado con detalles cada visita a su consultorio. Y ahora lo escribo con un nudo en la garganta.
El mismo que sentía estando allá. Entregando toda mi intimidad a un desconocido.
Que en pocos minutos se convirtió en un aliado.
Cuidaste todos los detalles, cada palabra, valiéndote siempre de la franqueza y la mirada amable.
Me hiciste sentir persona. No cliente.
Me hiciste sentir mujer. No bicho raro.
Desplegaste tu experiencia sin prepotencia.
Hablaste un idioma que mi mente entendiera y otro que mi cuerpo comprendiera y asimilara.


Empatía.
Una palabreja que hace que un síndrome no se sufra. Se tenga.


Gracias José María!

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Tengo la suerte de haber escuchado y leído bastantes experiencias de mujeres con el síndrome de Rokitansky. Concluyo que el diagnóstico es uno de los factores que determina la forma en que se vivirá con el síndrome.

Y quizá porque me entristece escuchar una y otra vez historias similares, esta artículo funciona como una llamada de atención a los profesionales de la salud que se encuentran con mujeres, probablemente adolescentes, con MRKH.

Si eres un/una profesional de la salud ten en cuenta que:


  • Soy persona. No un cliente.
  • Soy mujer. No un conejillos de indias.
  • Si hablas con miedo, veré la situación con miedo, y así la viviré.
  • Si hablas sin franqueza y sin claridad, haré de esto un tabú y estaré perdiéndome la oportunidad de conocer mi cuerpo y aprender con él.
  • Si no sabes mucho sobre el síndrome, no simules hacerlo con prepotencia y soberbia. Es normal, no podemos saber todos de todo. Dime que vuelva otro día y consúltalo e investiga.
  • Prefiero que me digas lo poco que sabes o nada, a que me digas suposiciones estereotipadas que marcarán mi caracter y la forma de verme en el espejo.
  • Háblame con claridad y dime la verdad. Si tu la omites, yo viviré una mentira.
  • No sientas pena..Yo soy mujer, aunque sentada fente a tí me vea como una niña. Haz que sienta que me crees y ves como una mujer. Es muy importante.
  • Cuídame. Si estás sentado/a frente a mí, es porque tú lo has elegido.


Y esto lo apliacaría a madres, padres y quienes nos acompañen en este camino.

Pero no me olvido, que al final de todo, solo yo decido de qué manera vivo lo que me da la vida.
Hoy escojo vivirlo desde la paz y la tranquilidad. Porque me amo. Y me acepto tal cual soy.