Fin de semana intenso. Terminé el domingo con un taller de Danza Oriental Terapéutica para Bailar mi femenidad.
Me sentí cómoda. Bailé sin vergüenza. Fascinada con mi belleza. Sentí el calor que se generaba en mis adentros. Que se fue manifestando como una explosión de amor.
Me pasan este artículo de la Contra de La Vanguardia.
Aquí el enlace. Lo recomiendo.
Lo leí. Tuve la ocasión, ayudada por una gran mujer, de sentir mi útero latir, y por segundos que parecieron eternos, sentirme parte de una infinita galaxia. Un estrella conectada con el todo.
Sentí latir mi útero y entendí que soy una fuente de amor inagotable.
"Los hombres temen a las mujeres"
Elisabeth Josephs-Serra, maestra de una antigua danza tántrica para mujeres
Qué nos pasa a las mujeres?Que hemos perdido nuestro auténtico poder. Durante milenios hemos seguido el modelo de la sumisión.
Eso ya pasó.Estamos
en el mundo cultural, económico y político, pero imitando y actuando
desde el poder reconocido, que es el inmaduro masculino.
Defíname inmaduro masculino.En
su necesidad de dominar y controlar, consecuencia del miedo que surge
de la desconexión de su femenino -que es la tierra, lo intuitivo, el
cuerpo emocional, lo profundo, lo sagrado...-, ha despreciado la
conexión con los sentimientos y las emociones. Los hombres temen a las
mujeres porque temen su propio femenino.
Ahora muchos hombres son tiernos y se ocupan de su hogar.La
época moderna desacredita al macho. La mujer se ha masculinizado y el
hombre se ha feminizado, pero su modelo es el del niño tierno, no el del
hombre que cuida.
¿Nadie está en su lugar?Hace
milenios que no experimentamos el auténtico arquetipo masculino y
femenino en su madurez. El sufrimiento que estamos viviendo (crisis
económica, ecológica, política, social...) se debe a la imposibilidad
relacional entre lo femenino y lo masculino.
Hábleme de ese femenino maduro.El
poder femenino auténtico se consigue a través de la reconexión y el
despertar del útero. En las antiguas tradiciones, las mujeres sabían que
su útero era su centro de poder creativo a todos los niveles.
¿Dónde nos coloca esa desconexión?Actuamos
con miedo, y desconocemos nuestro verdadero poder erótico y sensual. Si
no estás anclada, eres como una cometa a la deriva, y eso nos deja en
una situación de sumisión o de rebeldía ante el poder masculino
inmaduro. Al no estar enraizadas, nos sentimos inseguras y mantenemos la
falsa creencia de que necesitamos pertenecer a un hombre para ver en él
el reflejo del amor que somos.
Queremos que nos quieran, lógico.¿A
qué precio?..., acallando las emociones. La cultura patriarcal ha
desacreditado el poder femenino. La menstruación se ha visto como algo
impuro que las propias mujeres esconden, cuando en realidad es la sangre
de la vida, no está relacionada ni con la enfermedad ni con la muerte.
Mediante ese proceso cíclico -preovulación, ovulación, premenstruación y
menstruación- se accede a los auténticos arquetipos femeninos.
¿De qué se trata?El
ciclo femenino equivale a las cuatro estaciones, que son el proceso de
muerte y resurrección. No puede haber creación sin muerte. Si las
mujeres entráramos en la sabiduría innata de nuestros cuerpos, sabríamos
que durante la premenstruación y la menstruación nos liberamos de
nuestras sombras, lo que nos permite crear desde una nueva perspectiva.
Es como una desintoxicación física y psíquica.
¿Y qué ocurre con las mujeres que no tienen útero o están en la menopausia?Durante
los años fértiles las mujeres vivimos en un estadio de aprendizaje de
nuestro poder. Cuando llegamos a la menopausia somos ese poder: la mujer
sabia, la bruja.
A la que se teme y se aparta.Como
mujeres estamos condicionadas a temer mostrar nuestro auténtico
potencial (a menudo inconscientemente) para no herir al hombre y que nos
abandone o agreda. Y físicamente nos sometemos a una crueldad de
belleza (operaciones estéticas y demás) para aparentar eterna juventud,
una falsa imitación de la auténtica belleza.
¿Cuál es esa auténtica belleza?La
fuerza del amor es lo que irradia una mujer cuando está conectada con
el latido de su útero y que, independientemente de la edad, la hace
permanecer jugosa y sensual.
¿Jugosas y sin un hombre al lado?Sin
un hombre al lado ya lo estamos aunque tengamos maridos, novios y
amantes. Recuperar el poder femenino es la llave para salir del
aislamiento colectivo.
¿De qué poder me habla?Del
amor bien entendido: intuitivo, erótico, tierno y feroz, a través del
cual el hombre podrá verse reflejado y recuperar su dignidad y
presencia; únicamente desde ahí se puede establecer el puente creativo y
alquímico que auténticamente hay entre los dos.
Eso de amor feroz suena agresivo.Es
eso que tanto temen los hombres, esa necesaria furia femenina que dice
las verdades, que reta a la masculinidad inmadura fruto del miedo a su
propio femenino. Ese miedo, que los desconecta de las emociones y los
deja en el mundo de las ideas, los despoja de su dignidad y los llena de
vergüenza y culpabilidad por estar utilizando un poder que no está al
servicio de la vida.
¿Cómo conectar con nuestro útero?Poniendo
la atención en esas partes (útero y vagina) abandonadas a la ciencia y
al hombre, entramos en una maravillosa aventura de despertar de lo que
ya intuíamos.
¿Pero cuál es la vía?Para mí,
la vía más rápida es a través de una danza que nos conecta al movimiento
espiral y cíclico del universo, y que nos permite conectar con nosotras
mismas y poseer la sabiduría necesaria en cada momento. La observación
de nuestro proceso cíclico nos permite despertar los arquetipos
femeninos y sanar la herida y la desconfianza entre nosotras herencia
del patriarcado.